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Ventalla

Quizá creyendo que era yo quién te había quebrado quise darte el perdón por adelantado efigie de compasión  férreo verdugo (una madre, finalmente) traté de coser tus dos mitades sin saber que una vez cascado no hay fruto que se resista  a ofrendarse

Geodesia

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quise ser  estéril como musgo  y huir veloz de un parpadeo cargado de lluvia no soporté el flotar rebelde de pluma perdida ni la ironía  de que pesara más lo leve esta tempestad piensa únicamente  en habitar tus desiertos

Presagio I

  Me había advertido de ti un silencio indiferente como el de alguien que seca sus manos y finge haberlas enjabonado para atestiguar la lucha del dispensador vacío.  antes de que fueras tú     los lustros     las escaleras  tuve que invocarte y resistir los pasillos desiertos que caminaríamos sólo fui capaz de recordar que pronunciaría tu nombre no pude entonces saber que te convertirías en mi primera certeza. 

Anábasis

     Abusaba el sol      de aquella noche tacto dispuesto                               al incendio                               se sabe frágil             Sabe                         que hay un momento en toda caída                         en la que la gravedad no existe                          sabe                                    que los días claros                                    tienen       ...

Circumpolar

                                        a Claudia Reyes emprender                      pensando                  únicamente en la atmósfera vacía tocar las vastas gotas con la punta de la lengua dejar que la membrana de la voz indique el camino  que se estiren las raíces que cedan a la tentación de una levedad vibrante suspenderse y que un vuelo ajeno se encuentre con el propio

Apofenia

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  de vuelta al principio de las cosas donde el llanto aún era una voz femenina antes de cualquier asombro a cuando mi canto silbaba la pureza de una risa regida por lo nimio tampoco ahí consueno sino soy la tibieza de las hojas que no caen y tú sonabas como suena un faro           el suspiro de un minero o una resignada ostra como era en el principio tañendo y que siga entre nosotros un amor previo a la existencia misma

Metástasis

Hay una casa en la esquina de mi mente una herida que despierta                  a adornarse de púas                  los espacios    Hay una fosa adentro de mi cuarto                        un nido de cenizas                        que no aguarda   Hay un infierno más allá de la ventana un aviario de trinos iracundos   Hay una sed de filamentos compungidos y en su eco la pausa la intención el regocijo

Sinástasis

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algunas madrugadas me visita      el calcio     el tiempo     la adición coral con esmero construye un pólipo vestido: milenios           expuestos a la sombra bordea mi suerte de nación flotante mi abrigo insiste en ser                         pastiche incierto incontables mellizos al sur de la minucia  entre colonia y cresta lo que no atina a ser          ni fósil                ni morada

Álula

No hay mayor lejanía como la que separa asientos a los costados del pasillo a diez mil escápulas de altura hay una pista crepitando los surcos del destiempo desatina la desgracia en distintos idiomas 4F y 4C saben que no volverán a mudar sus tegumentos entre el iris y la caída de las hojas se trata de nombrar lo inevitable la milenrama zozobra estrechando el abismo que dos manos decoloran su abanico en reposo espera la hora

Sorgo

no todas las briznas crecen para trenzar tragedias yo, por ejemplo nací un desganado soplido                   cartográfico la mácula que fui tomó su oficio del pigmento de la espina hay fibras que se siembran para volverse pastura en el tintero del rastrojo como quien hereda una intención en su décimo uso hay quien nace para hablar la lengua de las manchas los filamentos de mi rostro al tiempo optaron por ser palabras breves como fueron los nombres de la mies amainaron la brusca hora de la guadaña

Conminuta

Consagremos  la dosis más baja     agotemos la gracia     del delito arrumbado     en el núcleo de la carne      que se disfraza del salto de un conejo que punza como apellido dosifiquemos la zarca afluencia de la hiel que si no fuera yo seríamos nosotros frambuesa y sigilo  en la justa medida la memoria de lo que es orgánico clandestinamente expuesta como la sonrisa del misterio      Santifiquemos  el melado escarmiento levantemos el cáliz de la misericordia estéril se nos convoca a interceder a desconfiar de la risa a inspeccionar los diarios — ellos no saben lo que les conviene redoblemos la clemencia tapiemos las ventanas condenemos los puentes de su débil voluntad que cese la compasión que los salven las hostias que no quede por Dios ni un suicida Canonicemos un anegado remedio partámoslo  primero en cuatro y lu...

Concomitancia

nos sentamos  en la fuente a la misma hora desde el borde de la ausencia se extiende  la piedad de su blancura casi sin lástima  llueven las migajitas  cuando no roban el bocado al aire castigan los adoquines con sus picos donde a veces ha habido pan ahora hay súplicas de muerte se sufre cuando existe la ansiada borona se debe sufrir también                                               cuando no hay ni blancura ni piedad en la frontera de la duda

Filofobia

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dame tu mano para que pueda soltar el fantasma de tu mano cura con saliva la quemadura del café que no tomamos silencia con tu voz los bandoleones que tengo por cama desdóblate en vapor sobre mi herradura funda otra vez tu presa en este cruel sanatorio vuelve a ser las cenizas de aquello que no ocurre

Teorema

recordaba haber creído en el palpitar de la sangre  delirante                    yo creía  en el pulsante pacto de los cuerpos que alucinan creía en el palpitar sanguíneo confié en su permanencia de souvenir sangrante el post-latido el sajo la memoria creí en las cosas que ceden en la llama en nosotros                         la llaga que ya sangraba antes de acordarse pero ni el convenio  ni sus firmas marrones quisieron sumarse — ¡vaya alguien a creer! — a la colecta de fe la viscosidad la mancha la postilla nos queda la costra el acta —apostillada el dedo marcado por la alianza el queloide el cuajo   los testigos tampoco se acuerdan

Fundamentos

que sería maravillosa:                                               la sentencia.                                       me han prescrito                                 la maternidad como                        el único camino a Ágape. ¿es que no saben que empeñé mis trenzas para bordarle flores a sus grilletes  y encadenarle pañuelos a sus desencantos? huérfana dual,  hice fuego con mis alas —no tenía más— para cobijar a los pequeños que me engendraron. huérfila dos veces, me extinguí amamantando sus tiernos venenos: soñé con saciar aquella voracidad. doblemente madre, un solo consuelo en la aridez de la mis entrañas: nad...

Falacias

Me parece una terquedad hablar del amor no correspondido.  Creo, sí, en el destiempo, y en el pavor que oculta un anhelo para no tener que expresarlo. Creo en la culpa y en el enojo  y en la puntería errática de las flechas míticas Creo en la desesperación que se disfraza de amor en cuyo caso no merece el nombre. Es de otras mentiras de las que hablo aquí. Creo en el amor ectópico que elige al más endeble de los cables y se extingue antes de tocar tierra. Creo en la bienintencionada ignorancia que esperará a la siguiente vida para exclamar «¡Conque de eso se trataba!» Creo en el amor que se inmola  para salvar al corazón que lo contiene; también en el que nunca cae por miedo a no producir sonido y que nieguen su existencia. Pero no me pidas que crea en el amor inconsecuente. Sólo harás que lamente más ser yo quien te diga que, creyendo que lo rechazas, lo transmutas Y lo correspondes en cada sonrisa que regalas.