iv
De entre los tormentos
te reconocía por sutil,
por inevitable.
De entre mis deseos,
por tu disfraz de ilusión marchita;
de antídoto.
Y de entre las laderas de tus pupilas
me reconocía en el brillo acuoso de tu partida.
te reconocía por sutil,
por inevitable.
De entre mis deseos,
por tu disfraz de ilusión marchita;
de antídoto.
Y de entre las laderas de tus pupilas
me reconocía en el brillo acuoso de tu partida.
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