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Mímica II

No has dado pretexto aún al incipiente verso, y mil, de tus labios han nacido en rebeldía. No perdonaste al canto que murmura en los latidos,y en tu dictadura, has tomado mi mano. Buril de mi insomnio, que sepas: has dado motivo. No fueron las ausencias más que un beso del tiempo, un abrazo nocturno, una inmaculada contradicción. Y no fue el grito de la estrella una feliz pesadilla. ¿Es que no sabes que el amor es esto?

Mímica

Hemos descartado la ternura, las misiones del tiempo.  ¿Qué más sosiego —para mí— que tu histeria?  Tu corazón latiendo ingrávido en mis manos; no me atrevo a respirar.  ¿Lo habré ahuyentado? De un silencio ficticio, nace vehemente el peligro,  intangible aún  a los dedos cicatrizados. Despiertas lejos, como si no nos hubiéramos conocido. ¿Qué fue el miedo sino el comienzo ? Lejos, como la fatalidad que ya espero, lejos como la que llega ya con tu adiós.

Puntos cardinales

Tal vez si nos miramos a los ojos el tiempo suficiente surja ese amor de gota transparente Tal vez si nos miramos Tal vez si mis palabras superan tu sonrisa luminosa Tal vez en tus miradas silenciosas Alcancen las palabras Tal vez si esta ventana dirigiera su luz a otro horizonte ajeno a ti y al viento agonizante Tal vez no te buscara... Tal vez con el sosiego de la luna y sin decir ya nada tu voz embalsamada Conforte los resquicios de amargura Tal vez son las heridas que rasgan mi armonía facinerosa que la distancia anulan, descuidadas Tal vez son las heridas                                           que tú borras.

Viento del oeste

ACOMPAÑANTE : Ahí Ahora no existe ACOMPAÑANTE                      : ¿Me prestaría un encendedor? Se levanta, rodea el barandal, baja los escalones (seis), se acerca a él. Él saca un cigarro (yo miro sus manos). Ahora sí existe ACOMPAÑANTE , pero sólo en forma de consciencia mutua. Desaparece junto con el amable dueño del encendedor. Se escucha en el fondo de la mente: qué romántico. Me mira. Mira mis manos tomando un cigarro. Mira mi rostro ladeándose. Nos acercamos                                 nos inclinamos  y en el intento del destino por que no lo hagamos                                                                  encendemos el fuego.